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Bosque, Epu-Anu, Argentina
Ricardo Zambayeta / Elpidio Huaycondo / Cleto Ibañez / Eugenio Villavides / Juan Carlos Garófalo / Samuel Cardogéneo / Sofía Nihilistz

sábado, 23 de mayo de 2009

El bosque que fué

Es difícil para los duendes darnos cuenta de lo que tenemos. El hermoso bosque donde vivimos desde que tengo memoria, no es nada comparado al diezmado bosque en el que estamos ahora. Frutos ya extintos, pajaritos huérfanos y ¿luz brillante?
Me largo a llorar cada vez que recapacito sobre todo lo que perdí. Y me doy cuenta que el miedo fue quien se lo llevó todo.

¿Será tarde para recuperarlo?

Juan Carlos Garófalo

viernes, 22 de mayo de 2009

La nena y la muñeca

En medio de tantas miradas despectivas, esta mañana descubrí unos ojos marrones hermosos. Los más hermosos del mundo, reflejaban un dejo de tristeza y a la vez, una alegría que desandaba los pasos del payaso Eterno.
Tenía en sus manos una muñeca, con pocos pelos, el vestido manchado con mate cocido y le faltaba un ojo. Así y todo, eran mejores amigas. (Me lo dijo su mirada). Habían crecido juntas, y la muñeca tuerta había reído y llorado lo mismo que la nena. Sus pasos eran los mismos, su aspecto, parecido, sólo que los moretones de la nena no se notaban en la muñeca. Pero su mirada también me dijo que los mismos moretones habitaban en el corazón de la muñeca. Habían ido juntas a clases de danza, y sabían zarandear, incluso vi unos pasos de ballet que la muñeca aprendió más rápido que la nena y puso en práctica su paciencia para enseñárselos.
Los ojos de la nena eran tan profundos que me dijeron que no me preocupe, que aunque todos me miren feo, ella sabía que duendes y humanos, éramos todos iguales. Que nadie tiene derecho a mirarme feo, que nadie tiene derecho a pegarle, y que nadie tiene derecho a no ser educado ni alimentado.

Los ojos de la nena me pidieron que luche por sus derechos...

Elpidio Huaycondo

Las seis cucharas

Hoy una señora me vino a pedir que la ayude. Su beba necesita inyecciones y por eso estaba vendiendo cosas en el barrio. Toda mi humanidad (mi poca humanidad, ¡somos duendes!) cayó sobre mí como una ola gigante. ¿Qué es lo correcto? No necesitaba cucharas. En el bosque, las cucharas sobran y nadie las usa... ¿Está bien comprarle cucharas a la señora? No lo sé. Te juro que no lo sé.
Pero su tristeza y su llanto ahogado me conmovieron. Y 6 cucharas por $18, no es tanto. Menos aún si llega a ser cierto que la beba necesita las inyecciones.

Ricardo Zambayeta

jueves, 21 de mayo de 2009

Niebla de amor

Las orillas reflejarán si es que todo en mis ojos cambió.
Los espejos de un temporal amarrados a mi corazón.
Hoy que puedo encontrarte, me asusto del sol.

Si es que encuentro en la libertad un amigo para mi canción.
Si es que puede la soledad disiparme para su favor.
Las estrellas me buscan, cerquita de Dios.

Tu mirada despejará de a poquito mi niebla de amor.
Tus encantos me salvarán del invierno que quiere enviciar.
Si al final, estos versos se mueren sin vos.

Sofía Nihilistz

Yo pienso

Yo pienso que un día de estos la llama y ella lo atiende.
Yo pienso que un día de estos se va a mirar al espejo y se va a ver linda.
Yo pienso que un día de estos van a dejar de cortar los árboles del bosque.
Yo pienso que un día de estos se lo cruza y se lo dice.
Yo pienso que un día de estos el ñieto la va a visitar y su corazón se pone feliz y contento.
Yo pienso que un día de estos le dice que la ama.
Yo pienso que un día de estos las tropas vuelven a casa.
Yo pienso que un día de estos van a mirar con otros ojos las cosas, y se van a perdonar.
Yo pienso que un día de estos consigue trabajo y tiene que dejar de pedir prestado.
Yo pienso que un día de estos aprende a leer y a escribir.
Yo pienso que un día de estos va a aprender a decir "mamá".
Yo pienso que un día de estos deja de fumar.
Yo pienso que un día de estos va a escribir la mejor canción del mundo.
Yo pienso que un día de estos encuentra la salida.
Yo pienso que un día de estos sale campeón.
Yo pienso que todo va a estar mejor.

Samuel Cardogéneo

El mar, la estrella y yo

Hace un tiempo realicé un viaje con Cleto. Fuimos a conocer el mar. Inmenso, profundo, eterno... azul.
Me sorprendió la cantidad de estrellas de mar que quedaban sobre la costa, al bajar la marea, esperando que la Muerte los venga a buscar rápido. El agua se alejaba y, con ella, la esperanza de vida. Nadie más que el agua salada era capaz de devolverles un mínimo respiro siquiera.
Dimos un paseo, y me sorprendió ver la emoción de Cleto juntando algunas estrellas y devolviéndolas al mar, sintiendo tal vez una de las satisfacciones más grandes que este mundo puede ofrecer: Cleto estaba salvando vidas.
Mi corazón pesimista y mi espíritu agotador se rieron de Cleto, y de sus inútiles intentos por salvar a las estrellas, ya que eran miles y millones, y jamás lograría devolverlas a todas a tiempo. Cleto, detrás de mi sonsrisa burlona y con unos ojos que brillaban más que la luna, me dijo -Juan Carlos... Ayudame. Aunque ayudemos sólo a unas pocas, te aseguro que para ellas es lo más importante que les puede llegar a pasar por el resto de sus días".
Ese día lloré. Y las palabras del pescador Eterno refiriéndose al amor al prójimo cobraron un significado especial.

Juan Carlos Garófalo

Vida

La vida, la muerte. ¿Qué son? Yo conozco la vida. No conozco la muerte. Tengo ciertas teorías, pero... No podría decir que hay algo seguro. Puedo estar completamente convencido de algo, incluso creerlo con todas las fuerzas de mi corazón, pero... ¿Qué es la muerte? A veces prefiero pensar sólo en la vida, tan hermosa, tan llena de colores y de ruidos, que ni siquiera el llanto más espantoso puede terminar de opacar. Cuando miro alrededor mío, pienso en el pintor Eterno de todas las cosas. Pienso en la vida. Y no voy a hacer nada para perderla.
Cada vez que Samuel salta en su monopatín el abismo del bosque, le pido que piense un poco antes de hacerlo. Después del abismo, hay un pozo ciego, oscuro, donde no sería bueno caer. Podría perder la vida. Pero Samuel es obstinado y no piensa en nosotros, que no queremos perderlo. Siempre me dice -"Si me muero, el que va a sufrir soy yo". Lo que no sospecha siquiera es que rompería el corazón de todos los duendes y animales del bosque.

Cuando miro alrededor mío, pienso en el pintor Eterno de todas las cosas. Pienso en la vida. Y no voy a hacer nada para perderla.

Eugenio Villavides

El otro lado del bosque

Mucho tiempo fui el mejor amigo de Elpidio. Se los tengo que contar. Mucho tiempo escribimos el mismo camino, transitamos el mismo cuento y tomamos la misma sopa. La misma sopa instantánea de todos los días, la sopa del dolor, la sopa del sufrimiento, la sopa del "yo".
Decidí ensanchar mi vista y entender que no todo era como nosotros pensábamos. Teníamos la mirada fija puesta en la parte menos cuidada del bosque. Veíamos los conejos muertos, los árboles secos y los pájaros mudos. Creíamos que era lo único que existía.
Menos mal que Eugenio me abrió los ojos y pude ver la parte más linda del bosque. Ahí todo era luz brillante, ahí los conejos corrían, los árboles daban frutos y los pájaros eran compositores de música popular. No eran grandes músicos, pero sus melodías alegraron mis mañanas desde que tengo memoria de esa parte del bosque. Pero Elpidio nunca pudo ver esto, y se quedó en la parte fangosa del bosque, ahí tiene su casa, ahí su mirada, ahí su tristeza.
Aprendí que mi dolor dependía del maldito lugar en el que estaba estancado. Qué lindo es tener amigos optimistas. Qué lindo es saber que no todo es barro.

Cleto Ibañez

La gente me mira feo

Siendo parte de este mundo, a veces me siento un extraterrestre. La gente me mira feo.
A veces me siento como una persona más, en mis clases de piano por ejemplo. Mi profesor dice que tengo talento y que soy capaz, muy capaz dice él. Otras veces, siento que mi condición de duende me limita. En el súper, no me permiten sacar la discoplus porque no tengo documento.
Ricardo dice que es hasta que nos reconozcan como ciudadanos, pero yo me siento mal. La cajera del súper me mira feo. El guardia, me mira feo. Pero la señora que embolsa las verduras, ella sí me comprende. Tengo un amor platónico con ella, pues la dura realidad la conozco, y los seres humanos comunes no tienen relaciones amorosas con duendes como nosotros.
¿Será mi bajo amor propio el que no me permite escaparme de los prejuicios? ¿Será como dice Ricardo, que todo va a estar bien, y que mis dolores son fáciles de sanar para el doctor Eterno?
Siendo parte de este mundo, a veces me siento un extraterrestre. La gente me mira feo.

Elpidio Huaycondo

Siete chacareras

Siento los pies cansados ya de tanto caminar. Siempre al lado suyo, fui creando mundos imaginarios, ilusos, que me hacían vernos de otra manera. Una manera distinta a la que estamos acostumbrados, una manera que nadie quiere ver.
Tengo canciones que nunca voy a cantar, pero esos versos abrigan mi letanía y me muero de frío sin ellos, sin cantar, sin bailar, sin ustedes. Sin la frescura que cada día derrochan.
La vida pasa junto con la libertad, ¿Será que nuestro destino es también piedra y camino? ¿Será que no estoy listo todavía para dejarlos ir? De todos modos, suenan siempre siete chacareras, y lo sabemos.
Los ojos vuelven la mirada para atrás, a lo desandado. Siempre al lado suyo, siempre. Me desahogo con la vida, un dia mas de desencantos...¡Me duele tanto!
De todos modos, suenan siempre siete chacareras, y lo sabemos. Hasta el final.

Ricardo Zambayeta

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